Con tu caricia mataste de amarte todas mis ganas, de vivir por las mañanas, mi piel tú la desgastaste. Mi sonrisa me robaste agrediendo mis sentidos, mis hábitos más queridos se convirtieron en dudas y en aquellas noches mudas me tapaba los oídos. Por mis hijos, pensé yo pero el error era grande y ya no hay nada que ablande todo aquello que dolió. Pero tu mal no mató la gran mujer que hay en mi y así me reconocí poniendo tierra por medio. Y aun soportando tu asedio muchos años más viví. Lágrimas del corazón que de los ojos ya fueron y tan duro me dolieron que yo perdí la razón. Y era tal mi cerrazón que soportaba tu herir mas en ese sinvivir se hizo más grande mi alma y así me llegó esta calma la de estar lejos de tí. ¿Mi dolor valió la pena? Me he preguntado mil veces pero superé con creces aquella horrible condena. No lo dudes, mujer, frena ese miedo que atenaza tus sentidos, que amenaza tu integridad y acelera. Pues no hay ninguna manera de cambiar al que maltrata. Beatriz Barragán Fernández © 25.11.2020

2 Responses
Qué bonito y cuanto sentirmiento!!
Mil gracias Vivian.